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Raquel de Abril @JanaDelBosco@masto.esPensando en que si en el imaginario machista la fantasía masculina por excelencia es la conquista física de una mujer (acceder sexualmente a ella), donde cuanto más difícil sea ese acceso (ella es atractiva pero no es “fácil”, quizá incluso no tenga experiencia en absoluto), mayor es la gloria; hay algo relativamente análogo en la fantasía romántica femenina, donde de lo que se trata es del acceso emocional al hombre, y cuanto más atormentado (e incluso problemático o “malote”) sea el tipo, mayor es la victoria al lograr ”penetrar en su coraza” (y nótese cómo esta expresión acentúa la analogía) y “abrir su corazón”. Entiendo que hay una especie de sensación de poder –en realidad, consolatorio, pues bajo el patriarcado seguimos siendo subalternas– en esto, una gloria y un estatus en el “ser capaz de domesticar a la bestia”, que ha conocido a y estado con otras mujeres pero en realidad jamás se había enamorado hasta conocerte.
Dicho esto, hay diferencias destacables entre ambas fantasías. Por ejemplo, en el papel del sacrificio: en la fantasía femenina, se romantiza y erotiza el propio sacrificio, que es un sacrificar poniendo el propio cuerpo y la propia vida en el altar del hombre amado y que sea él quien ejecute el sacrificio; en la fantasía masculina, cuando incurre la figura del sacrificio, es la del sacrificio “heroico”, cuyo verdugo será una causa o persona externa (que será otro hombre) y donde la mujer deseada no es verdugo, sino objeto a defender/proteger.
@JanaDelBosco Todo mi apoyo a cualquiera que haya pasado por una relación de dependencia de cualquier tipo. Amar en libertad y con ventilación es lo más sano que hay. He sido muy afortunado y toda mi empatia con quien no haya tenido esa suerte 
@JanaDelBosco una fascinante interpretación