Ese es el quid de la cuestión. Preservar el medioambiente, es decir, garantizar condiciones de habitabilidad en el planeta para los seres humanos y demás especies, va en contra de la competitividad y el afán productivista.
Si no cambiamos nuestra forma de pensar, causaremos un desastre de proporciones desconocidas.
Respondiendo a Berteño: sí, las tarifas serán más altas y menos competitivas, pero solo en un entorno desregulado. Si todos tenemos que jugar con las mismas reglas de restauración ecológica, no hay problema. De hecho, todos ganamos porque se internalizan los costes.
No es que las tarifas aumenten, es que tienen en cuenta los daños que generan.