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Baltimore

1/6🧶
Una vez, leí a Javier Marías afirmando que al no alcanzar la treintena cuando murió su madre esta le afectó menos que la desaparición -eufemismo Marías- de su padre unos, y otra vez, treinta años después, pues la orfandad absoluta le sucedió en una etapa de la vida de plena consciencia y con el devenir encarrilado, es decir, ahora podía permitirse un duelo integral al conocer su lugar en el mundo. Tenía menos incertidumbres que desenredar.

Hay quienes en el DVD making off de Guapa, 2006, vieron desacuerdos importantes en La oreja de Van Gogh. Yo nunca. En cualquier caso, el río sonaba y no era a Más guapa. Xabi y Amaia discrepaban en varias escenas por enfoques en las canciones. En mi lado del sofá fue el último sencillo oficial de la primera Oreja. Si hiciera un juego de mesa de cultura pop esta pregunta estaría obligatoriamente. Después, la escisión. También para una parte del público, que cortó lazos.

La formación nació de la amistad de cuatro amigos a los que se incorporó una muchacha. Pablo la invitó -el verbo-. Un grupo dista de regirse por el axioma de la energía -ni por cualquier ley universal científica, por suerte-, así que no solo se transforma sino que después de crearse, llegado el caso, implosiona o explosiona con naturalidad. Un estallido a tiempo evita agonías, mitos despeñados. Años después, pareció que, por una suerte de caprichosa división celular, tendríamos dos Orejas. Porque los amigos, tras un pequeño stand by, reclutaron -el verbo- a otra chica, esa chica que a diferencia de su predecesora nunca firmó canciones, ignoramos el motivo pero queda el hecho, que da más sentido al trato de subalterna -cariñoso, amable, como queramos, lo uno no quita lo otro- que podemos colegir ahora que ha recibido por parte de los muchachos, a la postre las manos -cuatro pares- que, sin duda bienintencionadas, movían la cuna.
youtube.com/watch?v=NQdGLW3RC1

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Con su discreción habitual, jamás se ofreció una razón contundente del desmembramiento más allá de que Amaia, en su propio comunicado -detalle relevante-, quería probar suerte por su cuenta. Ellos en el suyo se conformaban. Todas las partes hablaron, por más que sus palabras supiesen a poco. Se allanó, de ese modo, el terreno a la especulación, sobre todo por parte de fanes con la devoción herida, sin saber a qué santo poner las velas, en fase de negación, sin ganas de aceptar los acontecimientos.

En cuatro días, Amaia debutó en el largo -uno con su propio nombre encabezando la portada en horizontal. En 2011 lanzaría Amaia Montero 2, ahora el nombre en vertical. Ya solo con esto se justifica su necesidad de estar sola-. Nunca tardó demasiado en componer y grabar y producir, quizá cumpliendo plazos contractuales. Ha sido bastante prolífica hasta su balsámica retirada. Viene a la mente Sia cuando dijo que en diez minutos tenía una canción preparada. De hecho, ya que estamos, uno de los sencillos se llamó 4 segundos.

El grupo, reformado, que no refundado -el matiz-, en 2008, se revitalizó hasta un punto entonces inimaginable gracias a la Martínez -con artículo delante, ¡qué menos!-, que aportó una efervescencia a la banda que habían perdido con el nuevo milenio -un shu shu o un qué se yo-. Fue El último vals su presentación oficial -otra pregunta para el juego-, incluso en el videoclip se jugó con eso con mucho tino. Ya no la esperan a las cinco en el Astoria -¿su silla tiene otro nombre?-. Sabía que ser vocalista de un grupo, la primera línea de la primera línea, conllevaba responsabilidad y sacrificio, con el extra de las expectativas del público que optó por permanecer y la compararía un tiempo -uno insano que aún no ha terminado, cómo prever tal castigo-. Jamás ha defraudado. Jefaza absoluta, cada día ha sido mejor frontwoman, ha cantado e interpretado con más soltura, ha repartido más energía en los directos, ha sido cómplice del público y los medios.

3/6🧶
Todo ello pese a las continuas comparaciones con Amaia, pullas directas de la misma -no olvidemos, sobre todo porque nunca ha pedido disculpas-, preguntas capciosas en medios serios, etc. Los agentes externos la metieron en una espiral indigna para alguien tan profesional e inocente.

Puede que los hitazos incuestionables hayan escaseado durante su etapa -repito: ella no ha firmado las canciones-, no obstante, Durante una mirada, de su último largo, solo en Youtube cuenta con 17 millones de reproducciones, para Abrázame son 14, inmediatamente antes encontramos a Diciembre con 16 y a la espléndida Verano con 30 millones, y antes El primer día del resto de mi vida con, atención, 247 millones de reproducciones. ¿Sigo? ¿Cómo buscar un claro hit cuando cada tema lo es sin necesidad de venderse a estilos de moda o colaboraciones desesperadas? Ella se ha entregado en cada tema sin serle necesario constar como autora. ¿Qué le van a echar en cara?

Leire Martínez, la que mira al mundo tras dos estrellas, estuvo -pasado irremediable- unos dieciséis años siendo la cara B para varias generaciones, un interludio hasta volver a la casilla de salida, sobre todo para la generación milenial y la zeta, tan concienciadas con la causa de las mujeres, la salud mental y el trabajo digno y, sin embargo, abducida, cegada, por su yermo culto a la nostalgia.

Revisar el pasado está bien para un rato, jamás para mudarse. Habitar los recuerdos es vivir en un bucle febril del que se evita salir por disfrutar en sus delirios acolchados. Esas generaciones, en buena medida, han hecho de esto parte de su idiosincrasia. Están dentro de ese sueño donde aparecen sentadas en la taza del retrete mientras mojan la cama. Y ya no tienen edad; o todavía no la tienen; elijan una proposición.
youtube.com/watch?v=MGB736cazV

4/6🧶
Se ha actuado como si Leire fuese de piedra o una nota marginal. Ahora hay cierto movimiento en redes despertando a esto, mostrando afectuosa solidaridad con ella -que no ha firmado el comunicado a diferencia de lo sucedido en 2007-, lo festejo, aunque siempre será poca, tan prolongado es -¿fue?- el daño que se le ha infligido pregunta a pregunta, post a post, tuit a tuit, meme a meme, puñalito a puñalito. Por supuesto, cariño insuficiente para frenar un aluvión nostálgico ante una posible, ahora sí, refundación. De ocurrir, será un hito pop de llenos monumentales.

Por otro lado, de gran calado igualmente, parte de esas generaciones encumbró a Amaia Montero al estatus de icona pop de un modo enfermizo, incluso defendiendo indefendibles a costa de la salud de la cantante, azuzándola para defenderla después mientras hacían memes, clips, gifs de sus derrapes cuando ya ni siquiera seguían su música, para parte de esa gente es una polemista que dicen que canta y eso esperan de ella: salseo. Se ha ensalzado la figura colectiva de una persona por sus logros pasados, incentivando incluso desvaríos y achicando a su vez el brillo sin mácula de otra, siempre la sustituta. Una actitud tan laxa con la una como crítica con la otra. Se ha jugado con dos personas. ¿La autoevaluación generacional para cuándo?

No lo vi venir. No vi que Sirenas sería el último sencillo oficial de la segunda etapa de La oreja -pregunta de trivial pop-. Tampoco que el del 7 de octubre en Zaragoza sería el concierto final. Había hilos que unir pero jamás dejó de haberlos, así que ya los ignoraba por defecto. Como el cameo de Montero en un concierto ajeno cantando Rosas en lugar de un tema propio -qué acertada Sandra Morey, hace más de dos décadas, cuando escribió en la revista Música Sí que esa canción era la joya de Lo que te conté. Yo sigo diciendo que es 20 de enero, supongo que lo mío es tozudez-.
youtube.com/watch?v=7F7MlvpmNj

5/6🧶
Ni Leire desbordada de emoción entonando el mismo tema -qué sinvergüenza es el azar-, ni lo dilatado que estaba siendo el esperado nuevo disco -este punto rebajado por la justificación del estreno del grupo tocando en festivales con enorme acogida y buenas crónicas-, ni la tardanza del grupo en reaccionar cuando se especuló con la vuelta de la formación prístina meses atrás, ni Pablo -el descubridor de Amaia, recuerdo- halagando con todos los adjetivos cuquis del mundo a Amaia en redes y, también, hablando de conversaciones recientes con ella durante la promoción del libro Memoria con Aimar Bretos cuando años antes contestaban de pasada a ese tipo de cuestiones. Yo no quería ver. Hubo quienes lo llevan haciendo lustros, y quienes sí cosieron los flecos.

Hace poco, yo, como tanta gente, comenté sus declaraciones en televisión cuando eligió ninguneo para definir lo que percibía de muchas actitudes externas, y donde dijo que decidiría el grupo -no se incluía, el detalle- ante un posible retorno de Montero. La soledad del éxito. Sin perder la elegancia puso las cartas sobre la mesa: ya está bien. Leire parecía haber tocado fondo y mucha gente descubrió entonces que es una persona sensible que siente y padece. Por fin -¡joder!- despertó alguna empatía hacia ella.

Ante el panorama, aplaudo que Leire haya colaborado en solitario con quien ha querido en estos años. Deseo que haya hecho muchos contactos y que, cuando esté con energía -y lo estará porque es una enamorada de la profesión-, redefina su carrera. Me atrevo a osar imaginándola mano a mano con perfiles creativos y técnicos de vanguardia o más independientes, probando matices y colores en su voz, nuevas capas, ritmos y letras en las canciones que, aventuro, estén por nacer.

Que Montero tiene una silla en la formación preparada -y caliente- si desea asentar ahí sus posaderas para mí es indudable, tampoco me sorprendería una llamada a Nigel Walker. ¿Y luego?

masto.es/@Baltimore/1131594218
xcancel.com/televisivok/status

6/6🧶
Lo incierto es el después del cortoplacismo y los primeros llenos. La oreja se juega tornarse una banda de grandes éxitos para un público siempre hambriento de giras que sacien -sin nutrir- su estómago de nostalgia. Pende de un hilo su capacidad para conectar nuevas canciones con otras audiencias. Cabe la digna alternativa del punto y final antes de enlodar su legado.

Las dos muertes de La oreja de Van Gogh, qué duda cabe, me han sorprendido en etapas de la vida distantes, aunque no antagónicas. Como Marías, en la primera muerte me dejé llevar por las obligaciones, las inquietudes, proyectándome en futuribles, haciendo prácticas de ser mayor, mirando el suceso de soslayo hasta que elegí seguir al grupo. Hoy, con nuevos desasosiegos existenciales que antaño ni imaginaba, soy capaz de leer -y leo- más allá de lo que podría haber hecho antes, pondero puntos de vista, contrasto, empatizo, radiografío, escucho. Y trato de pensar.

Este asunto ha demostrado que es momento de doblar y comprender. Pero primero de reflexionar y hacer las paces. Espero una epifanía cívica entre las partes implicadas y, antes de eso, una revelación inolvidable en el público que nos haga progresar como sociedad y llevar a la práctica esos valores comunitarios que en teoría tan bien tenemos memorizados generacionalmente.

Es el momento y el lugar, no nos fallemos.

youtube.com/watch?v=DCooxsNUVc