Todos sabemos que uno bien dado puede subir la temperatura en cuestión de segundos, y que uno bien narrado puede resultar tan erótico -o más- que cualquier escena explicita. De hecho, los estudios nos informan de que le damos más importancia al beso que al acto sexual. Los damos por compromiso, por familiaridad y por cariño. Pero, ¿de dónde viene y cómo se estableció como expresión de afecto?
Leer el artículo completo aquí: