Qué importante una cosa que acabo de escucharle a Mariano Peyrou, en La Estación Azul de RNE. Comenta que la poesía no tiene que hablar el lenguaje del poder (del imperio, del dispositivo, de lo ya dicho, de lo que se entiende) ni siquiera cuando habla con el poder.
La lengua poética se desentiende, es alucinatoria, abierta y estalla. Tantea, divaga, descubre. Pero no expresa, no solo expresa, eso no es poesía
Esa importancia que a nadie importa, la de las cosas capaces de salvarnos, cambiarnos, ofrecer refugio y trampolín.